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Un duelo perpetuo de
mujeres sin nombre,
lloran niños no nacidos,
con el agua roja,
y el sexo mutilado,
la palabra callada,
la carne de fuego,
la memoria robada,
y el espanto mudo
de llorar sin voz.
Somos un canto
inconcluso.
Hubiese deseado un “ha
muerto tu padre” con gestos discretos y ánimo mortuorio. El anuncio de mi
orfandad. Sin embargo, fue un “se murió” tembloroso mientras me sacudía en la
penumbra, en el intento de hacerme despertar. El anuncio de mi vigilia.
«Los nombres del padre»
2016, editorial Buenos Aires Poetry
María Magdalena
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